Rarezas.


-Te retrasaste.

-Perdón, me descuidé de la hora.

-Un día de estos voy a terminar por confundirte con cualquiera de esos de ahí fuera.

-No he cambiado tanto, señor.

-Es evidente que no hablas tú.

-¿Cómo dice?

-Simplemente digo que la razón no se ha familiarizado aún con tu juventud, y no te acuso, es totalmente normal.

-Le agradecería que me explicase eso señor.

-A veces los tejones deben permanecer en sus madrigueras.

-No me consigo situar.

-Esto no es lo que yo te he enseñado.

-Lo sé, maestro. Estoy algo espeso hoy.

-Conozco el motivo de tu espesura, y creo que guarda algo de relación, o roza alguna
de las ramas que te dije están prohibidas.

...

-Algún día me gustaría parecerme a usted, maestro.

-Algún día a mi me gustaría lo contrario.

-¿Que no me pareciese a usted?

-No, muchacho, no parecerme a mi mismo.

-¿Cómo es posible que alguien que me ha enseñado tanto como usted, tenga esa actitud?

-Esa es una de las pocas cosas, que no te sabría responder...


Es tan grande el daño que hace al hombre la inseguridad, que llega un momento en el que cambia su personalidad.


Disfrutad.

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