Tono rojizo.
Es curioso que la realidad golpee a la vigilia con tanta violencia siendo esta última la que le da sentido a su paralela. Pero es que aquí ni se anda ni se corre, preferimos acudir más que de vez en cuando al vértice más triste de la lujuria en lugar de gozar de la plenitud de caminar de la mano de lo objetivo. Pero un siempre posible mañana es el que dictará lo distinto que es el propio en comparación al momento. Ese que infunde dónde está el límite de donde empieza la debilidad a partir de mi fuerte más virtuoso.
Pero tiene gracia como este enamorado propenso al dejarse llevar arrastra sus dos metros más allá de lo indispensable, y hace saber que siempre de puertas para dentro, la locura esta más que bien vista y que si un tono rojizo sirve de acompañante, puede servir de potencia a máximos exponentes. Platón ya dijo que su amor no era más que acupuntura en la entrepierna de la mujer más bella y esbelta de Olimpia, sirviéndose del mejor vocablo disponible pero en pro del amar lo prohibido y vetar lo deseado.
Sólida piedra que se sustenta y cualquiera puede pulir sin más imagen que un boceto poco detallado a modo de guía, animando a hacer volar lo que encarte. Pero hacer tributo a unas líneas aún no escritas no es más que tirar la puerta de lo íntimo, y yo fuera de mis cabales no puedo más que asentir dibujando un no con la cabeza, y añorando lo que un día parecía imposible, y hoy lo tengo a una distancia muy pero que muy sana.
"La distancia solo es el espacio físico que nos hace intangibles, pero no inalcanzables."
Disfrutad.
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