En la hierba alta.



Una serie de coincidencias y prioridades contrapuestas tras un largo periodo de vigilia le bastaron al protagonista sin nombre de esta historia sin fin para percatarse de que había nacido dentro de él una nueva presencia.

Llegó a su destino coordinando su paso con una luz ámbar que indicaba lo tenue que iba a resultar el intercambio, a pesar de esa amenaza siempre presente de apagar el Reino.

Cruzó impresiones con criaturas de la noche que no daban crédito a cómo niños y niñas de edades insultantes podían haber estado deambulando desamparados horas antes de la huida por pasajes y llanuras inaccesibles hasta la fecha.

Al fin encontró actividad, a la par que perplejidad, al ver que las ninfas que había soñado noches anteriores trabajaban a destajo para decorar con flores las pesadillas que iban a despertarle al día siguiente.

Nada más lejos de la realidad, pues llegó la hija de la Luna eclipsando dudas e inclemencias del temporal que se avecinaba. Al fin la moraleja de su camino cobró sentido, pues notó que todo el proceso que le había llevado hasta el suspiro que tuvo que expresar con palabras, tuvo más que ver con el ciclo lunar que detectó junto a su mirada, que con el que rige las mareas que se formaban a sus pies.


Que nos miren, que sientan, que rían, que se unan al baile. 
Disfrutad

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