Cúmulo de despropósitos.


Se divide en debilidades, se fragmenta en estaciones casi quemadas tras una lluvia con sabor a pasado y recuerdos. Una búsqueda en cajones sin fondo y una eterna vuelta a empezar desde arriba la partitura sin necesidad de hacer paradas a descansar; que hacen que el camino sea más susceptible al deleite y más desgraciado su frustrado intento por convencer al testarudo.

Ya no hay pasos hacia lo horizontal, no hay falsas sendas que valgan. Lo que prevalece es el miedo, y el continuo intento de sobreponerse a él, pero se queda solo en eso, en un intento. Es como cuando el nómada se cansa de mudarse, o cuando los sueños no aguantan no nacer hasta que a sus dueños les atrape Morfeo.

Las mañanas se vuelven mudas, las tardes sordas, y las noches ciegas. Pero no es ahí donde el pez empieza a quejarse porque el agua que recuerda ahora es dulce, es un poco más adelante, donde lo inflamable salta en llamas, brotando de la tierra de todo menos raíces.

Me quejo de un sentimiento contraproducente, que hace que mi pierna izquierda camine en dirección contraria a su gemela, pero también me quejo del cartógrafo que dibujó este mapa que sigo.

"Justo en el momento en que Atreyu había atravesado la tétrica puerta de la Ciudad de los Espectros y comenzado el vagabundeo por las retorcidas calles que terminaría, de forma tan funesta, en el sucio patio interior, Fújur el blanco dragón de la suerte, había hecho un descubrimiento sorprendente."

Disfrutad.

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