Insultante.


Resulta opción non-grata, una mente adversa, que rivaliza frente a un texto; como poco creíble inmerso en un vaivén de sensaciones... Párpados que se entornan en cuanto te despistas, pero que tardan apenas décimas de segundo en volver a su estado ojiplático, sin ofrecer tregua a la sorpresa. Y quizás salir de este estado de gracia debiese ser fácil, pero hasta el agua más veloz se estanca en algún punto de no retorno.

Elige tú,
eres tú quien decide,
depende de ti,
tú mismo,
allá tú,
tú verás lo que haces,
está en tu mano,
tú tienes la última palabra,
como tú veas.

La ausencia de delicadeza que a pesar de la huella del veloz húsar hizo característica su sigilo, se torna en disputa en cuanto una de las tres notas de ese acorde desentona y no da opción a la reválida.

Quizás sea yo quien debe elegir, decidir, ver qué hacer con material empírico en la mano.
A pesar de todo nunca estuvimos tan lejos el uno del otro como ahora que puedo rozar su insípido aliento.

¿Por qué se suicidan las hojas cuando se sienten amarillas?
Disfrutad


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