Coloretes

Es poco el agradecimiento que le damos a las cosas esenciales. Se infravalora en exceso el hecho de tener un verdadero tesoro cuando éste es cotidiano. Es por eso que muchas veces los pequeños detalles pasan desapercibidos siendo víctimas de la premura de la vida.

En contadas ocasiones personalizo tan claramente lo que escribo, pero no es el día, si no la persona, la que lo merece. Porque da igual que sea 5 de Febrero y que hace 20 años te pusieran en el mundo para cruzarte más tarde en mi camino, da igual que tenga que ser este día la excusa para recordarte que sin ti el color naranja no sería tan vivo, ni el azul tan alegre. Que nunca un olor fue tan especial como el que te inunda, ese que provoca la reminiscencia más fuerte a la más imperfecta de las curvas. El ser más capaz de ser yo en todos los sentidos, el ser más capaz de transmitirme todo tipo de sensaciones en momentos más que clave, el saber estar ahí y mantenerse, el saber hacerme volar, solo respirando.  

Y aunque ya lo sepas, te quiero.

Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias. Pero eso sí... y en esto, soy irreductible; no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar, pierden el tiempo conmigo.

Disfruta.