De la chispa nace el fuego.

Un tímido esbozo de tinta impermeable al son de compases de Coltrane. Velas semi-consumidas bailando agarradas al rechinar continuo de los muelles de esa cama falta de carburante, que alumbran la alcoba en la que lo inevitable se cierne sobre la cornisa del placer.

Tocar la cima con los dedos provoca vértigo, sensación de plenitud consciente al mismo tiempo que cautela tras lo empírico; Es cuando una mirada escalonada se cruza en torno a la evidencia de que uno no es lo mismo sin dos, y que un cristal no se empaña sin calor...

Nunca hubo clarividencia más exhausta que la mostrada entre lo que viene de vuelta y lo que aún piensa si acudir, examinando sus pros, sus contras, sus idas, y venidas... pero siempre con la idea en mente de agudizar el más propio de los sentidos comunes, y el más salubre de los vicios y placeres que dicen subyugarnos. Ahora sí, emular la simetría absoluta de unos labios perfectamente sintonizados, elevando al máximo grado el deseo de recordar el futuro, es más satisfactorio que cualquier quimera alcanzada, y hace que el testarudo se encapriche de lo ya en su terreno, y el ambicioso se conforme con ese nada simple beso.

El idioma universal como rendición ante lo inevitable.

Disfrutad