Sano y salvo
Quebrar esquemas elevando al máximo grado de probabilidad de acierto en lo que a cualquier elección se refiere, es una de las vicisitudes que el caprichoso osó a colocar bajo el planetario. Ya sea trazando sendas o descolgándose por abismos bañados por la bendición de colores dichosos de otoño, descansan sobre la almohada de la certeza que les persigue y les ampara.
Algún joyero en vigilia vela por la reparación de una corona desmejorada, que posa sobre uno de los mayores descubrimientos habidos y por haber. La frescura de una media luna permanente, tumbada sobre fina y firme escultura y sedienta de ser expuesta al mundo entero ante una de las maravillas más sorprendentes que ese trono haya osado a sostener jamás, impulsa al mismo a no cesar en su empeño de sacarle el brillo más impoluto que nadie pueda imaginar.
Corre el agua que baja por esa sierra que protege de forasteros el castillo, conforme baja se maldice, se corrompe, se contamina de agentes extraños y es susceptible de albergar fantasías extraordinarias, pero es esa certeza de la que hablábamos, esa ausencia de duda entre los habitantes del bajo fondo lo que les impulsa a cerrar los ojos y soñar, aunque haya bajado muy deprisa, a beber del manantial que ofrece un reinado inexpugnable.
"Érase dos almas cuya unión andaba dispuesta a minimizar todo intento de ser calificada con palabras"
Disfrutad
Comentarios
Publicar un comentario