Tierra ensangrentada.

Es la ruta rutinaria, y sea valida la redundancia, el coger un transporte público, y hacer el mismo camino para adentrarnos en una de las tres ciudades que como mínimo hay que visitar, dicen, antes de morir, con permiso de Venecia y Praga.

Es una ciudad que esconde todos sus encantos, Granada, y el de todas las demás, desde el más recóndito rincón del Albayzín, hasta céntricas calles como la Gran Vía de Colón.
Y qué voy a decir, si todavía a ninguna persona se le ha oído decir una palabra que no sea bella para referirse a la Alhambra... Hasta Bill Clinton dijo que el atardecer más bonito del mundo se visualizaba desde los balcones de San Nicolás.

Si paseas por Plazanueva, la Carrera del Darro, y musulmanas calles como Elvira, te das cuenta de el mestizaje de culturas que existe en una ciudad que tiene dos caras, una blanca y otra un tanto menos inmaculada... Pero que no pierde ni mucho menos encanto.

Tantos crepúsculos en Pedro Antonio, tantas tardes en Einstein, el alcohol no va conmigo, pero sé que hay gente que lo disfruta aquí mejor que en ningún sitio, porque Granada es así, Granada es García Lorca, Granada es... mi ciudad, y así, vaya donde vaya, será siempre.


Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada.


Disfrutad.